Por Darkshak Beltrán
Tegucigalpa, Honduras.- Nohemí López Álvarez de 61 años, no puede evitar la emoción al recordar los días en que preparaba tajaditas de plátano para alimentar a su familia. Para ella representaba la mejor forma de aprovechar la fruta que su esposo cosechaba en una pequeña finca en el campo, sin imaginar que con sus manos laboriosas le daba forma a lo que sería una exitosa empresa.
Por muchos años, Nohemí desempeñó un importante puesto ejecutivo de una agencia de publicidad en Tegucigalpa, no obstante, la empresa cerró y al quedar desempleada se dedicó a las labores del hogar y la crianza de sus cuatro hijos. “Mi esposo laboraba en el departamento contable de una empresa de comunicaciones y yo le preparaba sus almuerzos que casi siempre acompañaba con tajaditas y resulta que a los compañeros de trabajo les encantaban y fue así como surgió la idea de empezar a vender tajaditas”, recuerda la emprendedora.
Su esposo, Francisco Guevara, de 62 años, es originario de la aldea Varsovia, una pequeña comunidad del municipio de Taulabé, cercana al Lago de Yojoa, donde tiene su pequeña finca de plátanos, hasta donde viajaba regularmente para recoger la fruta y venderla en la capital.
“En una ocasión no pudimos vender como 300 plátanos, así que llamé a mis hijos para que me ayudaran y entre todos elaboramos las tajaditas que vendimos a los compañeros de trabajo de mi esposo y a nuestros vecinos en la colonia Villa Olímpica y desde ese día ya no paramos, las tajaditas se convirtieron en nuestro negocio familiar, no hicimos ningún estudio de mercado ni nada, simplemente iniciamos con la dirección de Dios”, relata Nohemí.
Sin embargo, detrás de la crujientes y exquisitas tajaditas caseras que cada día tenían mayor demanda, había una historia de sacrificio que muy pocos conocían. Cada semana, Nohemí viajaba hasta la aldea Varsovia, ubicada a más 150 kilómetros de Tegucigalpa, para freír plátano de forma artesanal durante 19 horas al día, para luego regresar a la capital hasta con 40 cajas de producto para cumplir con el pedido de sus clientes, que en su mayoría eran las pulperías de la colonia Villa Olímpica de Tegucigalpa y zonas vecinas.
Luego de más de dos años viajando cada semana, en algunas ocasiones en un viejo auto familiar y la mayoría de veces en autobús, en el año 2006 Nohemí y su esposo lograron establecer una pequeña fábrica en una vivienda en la colonia San Miguel de la capital y contrataron a sus primeras dos empleadas.
Se constituyeron con el nombre de Corporación Varsovia, en honor al pueblito que vio nacer a su esposo y donde tienen su finca de plátanos, mientras que la marca del producto es un diminutivo de Francisco, nombre de su esposo y su hijo menor. “A ellos siempre les decían que eran un par de Chicos por el nombre Francisco y a raíz de eso mi esposo bautizó nuestra marca como Pa´Chicos, y también diseñó el logo, así fue como poco a poco fuimos dándole forma a un sueño”, explica Nohemí.
“Al entrenar a nuestras colaboradoras en la elaboración de las tajaditas, yo pude dedicarme al mercadeo y así fue como decidí llevar mi producto a los supermercados. Mi sueño era distribuir a nivel nacional, así que en el año 2007 yo me acerqué a Walmart buscando esa oportunidad y de inmediato encontré una apertura y apoyo que me hizo sentir que todo el sacrificio que había hecho valía la pena”, apunta Nohemí.
80 por ciento del producto es para Walmart
La emprendedora afirma que el personal de Walmart le mostró un mundo que hasta ese momento ella desconocía, “realmente Walmart es una empresa que va un paso adelante en todos sus procesos, nos dieron apertura, capacitaciones y sobre todo el trato que recibí fue realmente especial, tanto a los clientes como a los proveedores nos dan nuestro lugar y nos hacen sentir valorados”, expresa.
La relación entre Corporación Varsovia y Walmart inició con la venta de tajaditas Pa´Chicos en presentación en bolsa, distribuidas en todas las tiendas a nivel nacional y ante la aceptación del producto, Walmart propuso a Nohemí dar el siguiente paso a través del programa Una Mano Para Crecer (UMPC).
“Walmart nos propuso vender tajaditas en presentación en bote, nos llevó 6 meses tomar la decisión porque ese tipo de recipientes solo los venden en el extranjero, además teníamos miedo de hacer una inversión tan grande, pero con la ayuda de Una Mano Para Crecer pudimos dar ese salto, como pequeña empresa es difícil porque no podemos pagar una promoción publicitaria, no sabíamos si el producto iba a ser aceptado, pero Walmart nos dio todo el impulso que necesitábamos y el producto ha tenido un gran éxito”, explica Nohemí con mucho orgullo.
La subgerente de Asuntos Corporativos de Walmart de México y Centroamérica, Lynda Marin, dijo “esa es nuestra satisfacción, saber que el apoyo que brindamos no es vano, sino que abre un abanico de oportunidades para el crecimiento de nuestros proveedores. Para Walmart es muy importante crecer junto con sus proveedores locales, en donde todos podamos fortalecernos mutuamente”.
Actualmente el 80 por ciento de la producción de las tajaditas Pa´Chicos está destinada para la cadena Walmart y lo que inició como una pequeña fábrica es una empresa que da empleo a 20 personas entre trabajadores permanentes y por contrato, el próximo paso es construir sus nuevas instalaciones en la aldea de Varsovia, Taulabé, así como llevar el producto a nivel internacional.
“Walmart representa el impulso y la mano que necesitábamos para crecer con nuestra empresa. Cuando iniciamos mucha gente nos llamó locos y decían que no íbamos a aguantar, pero Walmart si creyó en nosotros y nos mostró un mundo de posibilidades, actualmente importamos nuestro propio contenedor de botes y ya estamos en planes de exportar nuestro producto”, señala la emprendedora que nunca se dio por vencida.
Nohemí afirma que sin el apoyo incondicional de su esposo y sus hijos Bianca Guevara (35), Magda Lisseth Guevara (32), Francia Guevara (31) y Francisco David Guevara (29), pero sobre todo la dirección de Dios, nada hubiese sido posible. “Mi esposo ha sido mi bastión, junto con mis hijos abrazaron la idea para conformar esta empresa sin quejarse a pesar de la carga de trabajo, hoy puedo decir que soy una mujer realizada porque en primer lugar tengo a Dios en mi vida, tengo una familia, ya soy abuela de dos nietos que son mi adoración y a través de nuestra pequeña empresa puedo ayudar con trabajo a otras personas”, concluye esta dama visionaria y apasionada, cuyo ejemplo inspira a su familia, a sus colaboradores y a sus amigos.